Por Rosendo Fraga
En los últimos días, ocurrieron varios hechos en el ámbito internacional, que deben ser observados con atención por parte de la Argentina.
El primero es de índole económica, pero con profundas consecuencias en lo político y estratégico. El FMI dio a conocer una nueva metodología para la medición del PBI, de acuerdo a la cual, la economía de China será más grande que la de EE.UU. en sólo 5 años, en 2016, y no dentro de 15 0 20. La India, que recién iba a estar entre las primeras 5 en la próxima década, lo estará en nada más que un lustro. Puede decirse que se trata sólo de una revaluación estadística, que no modifica la realidad.
Es así en lo económico, pero esta nueva visión genera inmediatas consecuencias en lo político-estratégico. Por ejemplo, los reclamos del grupo BRICS,- que ahora incluye a Sudáfrica,- de mayor participación en organismos internacionales, se potencian. Lo mismo puede decirse de la pretensión de potencias emergentes como India y Brasil se ser miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU.
El informe de un banco de inversión hace diez años, anticipando el rol de las potencias emergentes denominadas BRIC por sus siglas, fue correcto, pero se cumplió mucho antes de lo pronosticado. Ahora este informe del FMI seguramente acabe de diseñar el mundo que vendrá en la década que se inicia.
En esta nueva medición del PBI, la Argentina prácticamente no tendrá cambios en los próximos 5 años, ya que pasará del lugar 22 al 21. Pero esto ya implica tener una economía mayor que la registrada por las estadísticas hasta la semana pasada.
Entre el jueves y el viernes pasado, se reunió en Brasil, la conferencia del World Economic Forum, -posiblemente el encuentro de negocios más importante del mundo-, para analizar y debatir las nuevas y positivas perspectivas para América latina.
Pero en este encuentro, pese a que la Argentina es el tercer PBI de la región después de Brasil y México y la cuarta población tras estos dos países y Colombia, no participó ningún argentino en ninguno de los diversos paneles que debatieron el futuro de América latina. Tampoco estuvo ningún funcionario del gobierno nacional. Sólo dos de segunda línea del gobierno de la ciudad de Buenos Aires.
El encuentro confirma que la Argentina tiene hoy al igual que la región, mejores perspectivas y oportunidades en el mundo. Pero la ausencia del país plantea la duda de si sabrá aprovecharlas.
La muerte de Ben Laden, en las afueras de la capital pakistaní por parte de fuerzas norteamericanas, pareciera no tener relación con la Argentina, pero pienso que sí la tiene. Es que pese a que en 2016 la economía china superaría a la estadounidense, dicho país seguirá siendo una gran potencia mundial y en particular lo será en América latina. Además, la lucha contra el terrorismo en el ámbito internacional genera alianzas y coaliciones de hecho entre países desarrollados, emergentes y no desarrollados.
En este marco, la Argentina debería revisar su relación con los EEUU en materia de seguridad. Es que la prolongación del episodio de la incautación de elementos de comunicaciones de un avión militar de este país, que llegó para dar un curso antisecuestro a la Policía Federal, sigue sin resolverse a más de dos meses de los hechos y un mes más tarde que Obama públicamente reclamara la devolución de dichos elementos y caracterizara como serio el incidente.
Estos tres hechos que se produjeron en menos de una semana, quizás confirmen que los argentinos siguen mirándose a sí mismos sin reconocer lo que sucede en el mundo, en cuanto a las oportunidades que este presenta.
Una fuerte tendencia hacia el argentinocentrismo, parece dominar los debates. No es sólo una cuestión que afecta al gobierno y la política, sino también a la dirigencia en general. Tampoco es algo que comience hoy, ni hace diez años. Se trata de un fenómeno que lleva más de medio siglo y que en los últimos tiempos se ha acentuado.
El mundo que viene parece tener más ventajas que desventajas para la Argentina y por ello es conveniente recordar una frase de Sarmiento que decía: a veces caminar despacio también es retroceder.
El autor es director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría
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