miércoles, 2 de marzo de 2011

Ratificación de aciertos y errores de la economía

Un anuncio muy importante hizo ayer la Presidenta en materia económica al inaugurar las sesiones ordinarias del Congreso. No piensa devaluar para mejorar la competitividad. Para los sectores de ingresos fijos, es una muy buena noticia.

También habrá presión sobre la banca privada para que aumente la oferta de créditos hipotecarios.

No piensa modificar la política fiscal ni monetaria y seguirá haciendo como si la inflación no existiera, aunque no lo dijo. Esto último es una muy mala noticia también para los asalariados, jubilados y las personas que cobran subsidios.

En una país que tiene las estadísticas oficiales totalmente desacreditadas, Cristina Fernández de Kirchner se centró en ellas para hacer una definición política que reinterpreta la historia reciente y la realidad actual y define los planes futuros.

La Presidenta no consideró que fuera necesaria una sola modificación de la política económica, la recuperación comenzó en 2003 y no antes, lo que significa que no reconoce mérito a Eduardo Duhalde, y en el futuro se seguirá y profundizará lo actual, puesto que los éxitos son muchos.

Si bien en muchas cosas los números le dan la razón a la Presidenta, en otras hasta las amañadas estadísticas del Indec la desmienten. La interpretación ideológica de las cifras profundiza algunos errores.

Por ejemplo, la Presidenta se felicitó ante los legisladores por haber "primarizado" las exportaciones, cuando son las materias primas lo que más aumentó en los últimos tiempos. El mundo en que los bienes industriales valían cada vez más y las materias cada vez menos no es el de hoy. La Argentina se niega a vender lo que más vale.

Y no está mal querer desarrollar el resto de la industria. Pero no se entiende por qué para eso hay que destruir lo que está. Por qué la receta parece ser que para mejorar la fuerza de los brazos hay que comenzar por pegarse un tiro en el pie.

Autocelebración
Fue particularmente desafortunada la autocelebración del aumento de la participación de las manufacturas de origen industrial en el total de las exportaciones, que superaron en 2010 a las de origen agropecuario. Sólo la furia contra el campo puede hacer que las manufacturas de origen agropecuarios son precisamente eso, manufacturas, es decir, bienes industriales. Y lo que se pretende presentar como un éxito de la política industrial no es más que un fracaso escandaloso de las políticas comerciales de Guillermo Moreno.

La confusión fue coronada con la mención a lo mucho de carnes que se exportó en 2010 y lo bien que les fue a los dueños de las vacas y cómo deben integrarse en cadenas de valor para ganar más todavía.

Las poco confiables cifras que arroja el Indec muestran que el año último las ventas al exterior de "carnes y sus preparados" (bienes industriales de origen agropecuario) cayeron en cantidad 42,4%, a pesar de que los precios aumentaron 45,2%. Es el "éxito" de Moreno con su política de intervención en los precios, que hizo caer la existencia de cabezas, no evitó las subas de precios internos que redujeron el consumo doméstico y puso en crisis a la industria frigorífica en medio de la circunstancia externa más favorable de la historia. Es una lástima que la Presidenta piense continuar por ese camino, que considera exitoso.

Entre los bienes industriales, el mayor crecimiento y el único por encima del promedio lo proporcionó el sector automotriz, al que si se lo considera en conjunto con las autopartes, genera déficit comercial.

La Argentina exportó en 2010 en todos los rubros, en promedio de cantidades, 16,8% más que en 2009. Las manufacturas de origen agropecuario, 0,8%, por la brutal baja del sector carnes, seguida por la de otro que también padece a Moreno: el lácteo, que retrocedió 6,8%, aunque los precios internacionales mejoraron 47,3 por ciento.

Los precios internacionales de los automotores, en cambio, aumentaron sólo 0,8 por ciento.

La Presidenta tampoco hizo mención en su discurso ante el Congreso al incremento del 197% de la venta al extranjero de "semillas de oleaginosas". Es decir, de soja, del "yuyo", cuyos embarques se multiplicaron casi por tres, aunque el precio internacional cayó en promedio anual 8,5 por ciento.

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