La democracia admite tensiones en la conducción de la política, disensos que generalmente terminan en negociaciones. Cualquier gobierno, sin embargo, está obligado a preservar el orden público y a garantizar la seguridad de la sociedad. El cumplimiento de esa responsabilidad asegura la tranquilidad pública y la libertad de todos los ciudadanos. En el gobierno de los Kirchner, las cosas son siempre exactamente al revés de los manuales y de la lógica. La conducción de la política es férrea y no admite ni disenso ni negociación; las cosas deben aprobarse institucionalmente tal como se decidieron en la intimidad de Olivos.
En otro plano muy distante de esos rigores, vastos sectores sociales intuyen que viven cada día más cerca de la anarquía y que hay zonas de la ciudad y el conurbano (¿qué zonas? ¿dónde están?) en las que la frontera entre la vida y la muerte la establece el inasible azar.
Veníamos mal (o muy mal) con los cortes de rutas y de calles. Fue el gobierno nacional el que le dio nuevos motivos al escándalo callejero. Creó subsidios de 1500 pesos para la constitución de cooperativas de trabajo destinadas a los desocupados y colocó esa política en manos de jefes territoriales del kirchnerismo o de punteros políticos, como corresponde a un gobierno al que sólo acceden los amigos.
La senadora Hilda de Duhalde denunció públicamente la anomalía que sucede en Lomas de Zamora: el 50 por ciento de esos planes los maneja el diputado nacional kirchnerista Fernando "Chino" Navarro; un 30 por ciento está bajo control del interventor en el Comfer, el también kirchnerista Gabriel Mariotto, y sólo un 20 por ciento lo asigna la municipalidad. Según la denuncia de la senadora, los beneficiarios últimos de esos subsidios deben abonar entre el 15 y el 40 por ciento de los 1500 pesos al puntero que hace la conexión entre ellos y aquellos dirigentes oficialistas.
Varios intendentes del conurbano habían manifestado ya extraoficialmente su preocupación por esas cooperativas de trabajo, que ellos presentían como un método de acopio de votantes kirchneristas para eventuales internas del justicialismo.
Es la misma denuncia que hicieron los grupos de izquierda en la avenida 9 de Julio: los subsidios para los desocupados, dicen, tienen un destino político que no comprenderá, desde ya, a los simpatizantes de las agrupaciones que protestan.
Perseguido por su historia y por su culpa, el kirchnerismo es impotente frente a esas manifestaciones que abruman otra vez la rutina de importantes sectores sociales.
La Policía Federal criticó, en un hecho inédito tal vez, al gobierno elegido de Macri. Le reprochó una deuda de 40 millones de pesos, que la estaba obligando a retirar la custodia de varias zonas de la ciudad. Por mucho menos, Néstor Kirchner hubiera echado del servicio activo hasta los estudiantes de la escuela de la policía. Hace poco, un brigadier fue mandado a retiro por la ministra de Defensa, Nilda Garré, por haber aceptado tomar un café con un ex funcionario que no agrada al oficialismo.
Pero la conducción de la policía hizo política por cuenta y orden del gobierno de los Kirchner. Es otra cosa, entonces. Kirchner ya lo dejó desairado en el Senado a Carlos Reutemann; ahora intenta mostrarlo como un incapaz a Macri.
El escenarioSiempre en contra de la lógica
Joaquín Morales Solá
lanacion.com | Política | Mi?oles 4 de noviembre de 2009
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