Pero lo importante será, en este caso, al margen del elogio estrictamente técnico, no perder de vista la singular demostración de temple y entereza que brindó Del Potro durante todo ese certamen y, especialmente, en el encuentro decisivo.
Hasta esa jornada, su desempeño fue brillante, sin más, e incluso vapuleó a otro fenómeno tenístico, el español Rafael Nadal. No obstante ese lucido antecedente, en el comienzo de la final pesaron sobre sus hombros, fue evidente, la grandiosidad del escenario, la multitudinaria concurrencia y la calidad de su oponente. Así y todo, Del Potro se irguió anímicamente y recuperó posiciones. Y, finalmente, esa entrega le dio el mejor de los frutos: conquistó merecidamente la sonrisa del éxito.
Ese nivel de tenis no está al alcance de cualquiera. Del Potro llegó a él empeñosamente y con admirable perseverancia. Lleva muchos años de su aún corta existencia fatigando canchas, tanto en las competencias como en exigentes jornadas de preparación. Y no se infiera, erróneamente, por supuesto, que lo hace porque la retribución será cuantiosa, sino porque el tenis es su vocación y Del Potro, está a la vista, pertenece a la raza de quienes entienden que a la vocación hay que sustentarla con el esfuerzo.
Tampoco ese temple singular es fruto de la mera circunstancia, porque se trata de una convicción vital. Del Potro así lo siente y así lo practica, como también acaba de demostrarlo en Puerto Rico otro extraordinario deportista, el basquetbolista Luis Scola.
Por todos esos motivos, Juan Martín del Potro se ha convertido, sin proponérselo, en un ejemplo para todos sus contemporáneos, ya sea para quienes cotidianamente estudian, trabajan, hacen deportes o no los hacen, aman y sueñan un país mejor, o para quienes han errado el camino y han elegido la senda facilista de ir tirando merced a la prebenda interesada o recalado en la droga o el delito.
Muchísimos adultos están hoy sumidos en el desengaño y la frustración por el presente que vive nuestro país. Miran el horizonte y no encuentran que en él despunten confiables señales de mejoría. Sin embargo, esta hazaña deportiva y cómo fue redondeada debería alentarlos a recuperar sus esperanzas.
Editorial IIEl temple de Del Potro
Nuestro compatriota ha obtenido la más trascendental victoria de su carrera con una ejemplar demostración de entereza
lanacion.com | Opinión | Viernes 18 de setiembre de 2009
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