Los máximos dirigentes rurales se preguntaban ayer sobre el proyecto final de Néstor Kirchner. "¿Acaso está buscando el argumento de que nosotros los echamos del gobierno? No deberíamos dárselo", dijo uno de los cuatro integrantes de la Comisión de Enlace. Pero ninguno está en condiciones de garantizar la paz rural, sobre todo si se produjera un fuerte aumento en las retenciones a la soja. "Sería la declaración de una guerra nuclear", dramatizaron.
Kirchner está más pendiente de la revancha que de otros proyectos. Jamás les perdonó a los ruralistas que hayan sido los autores de su primera derrota en 20 años de política. Es posible que ahora los entrevea, también, menos fuertes o más débiles que hace un año. Sea como sea, el ex presidente prefiere esos contendientes a cualquier otro, aunque sólo fuere para conservar alzada una bandera personal.
El proyecto sobre una suba importante de las retenciones se estudió sobre la mesa de Olivos en el fin de semana último. Quedó en la mesa, pero no fue archivado. Dicen que a Néstor Kirchner le brillaron los ojos cuando le dijeron que ese aumento significaría un ingreso adicional para el Estado de cerca de 1000 millones de dólares para el presupuesto de 2010. Es cierto que el precio de la soja es el que más subió en los últimos tiempos; ahora se acerca a los 400 dólares la tonelada, según una información de hace 48 horas proporcionada por el Mercado de Chicago.
El jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, desmintió ayer esa información, pero el ministro suele desmentir informaciones que después resultan ciertas. ¿No fue él quien dijo que el fútbol debía resolver los problemas del fútbol una semana antes de que se estatizaran las emisiones televisivas del fútbol? El proyecto sobre las nuevas retenciones simplemente se pospuso para permitir una siembra normal de la soja, que se hace entre septiembre y octubre, dijeron confiables fuentes oficiales. El Gobierno teme, en síntesis, que otra confiscación de la renta rural desaliente a los productores y estos decidan sembrar muy poco en la próxima campaña sojera.
Aníbal Fernández tiene otro problema, además: los dirigentes rurales le creen menos que a Néstor Kirchner. Un clima de tensión y expectativa entre la dirigencia ruralista era fácilmente perceptible ayer, luego de que trascendiera la versión sobre el aumento de las retenciones a la soja y antes, inclusive, de que las entidades declararan el nuevo paro. Un chequeo de último momento les había advertido también a esos líderes agropecuarios que el anuncio del aumento se había postergado, pero que no se había excluido definitivamente.
"Quieren fijar las retenciones a las soja en el 45 por ciento, para negociar luego el 40 por ciento", afirmó un alto funcionario oficial. La soja paga actualmente el 35 por ciento de retenciones.
El veto presidencial de ayer fue tomado, a su vez, como la revelación de que la guerra no ha cesado. Por eso, el paro. Ningún dirigente rural cree que existió un "error" de los legisladores oficialistas, sobre todo en la Cámara de Diputados. El proyecto que aprobaron por unanimidad los diputados y senadores, sobre la exención del pago de retenciones para productores de varios partidos bonaerenses, fue presentado por Francisco de Narváez en enero. Pasó por las comisiones y por los recintos de las dos cámaras; nadie advirtió nada.
"La sorpresa y el error pudieron existir en el Senado, donde el proyecto estuvo poco tiempo y venía aprobado por Diputados, pero es imposible que hayan sucedido en la cámara baja", precisó un ruralista.
Ellos creen que hubo un trasiego de favores con varios diputados para la aprobación de las facultades delegadas al Ejecutivo, que el Gobierno está desconociendo ahora. Entre esos favores habría estado la exención del pago de retenciones para los productores de la provincia de Buenos Aires.
El análisisLa revancha que Kirchner buscaba
Joaquín Morales Solá
lanacion.com | Política | Mi?oles 26 de agosto de 2009
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