El papa Benedicto XVI, en su reciente mensaje de Navidad, advirtió que si los egoísmos personales o de grupo siguen prevaleciendo sobre los sentimientos de fraternidad y de generoso reconocimiento de los derechos que protegen la dignidad y el bienestar de la persona humana, la comunidad mundial "se encaminará inevitablemente hacia la ruina" y el futuro de la humanidad será cada vez más oscuro y más incierto.
Por su parte, la Conferencia Episcopal Argentina, en un severo documento de 12 carillas difundido días atrás, se refirió a la necesidad de que los argentinos formulemos un "proyecto de país" que nos permita llegar a la celebración del Bicentenario de nuestra patria "con una Argentina sin excluidos". El mensaje de los obispos exhortó a combatir la pobreza y la exclusión social, y afirmó que el país entero, tras las sucesivas crisis que hemos vivido en los últimos años, tiene hoy una clara conciencia de que no habrá democracia estable en nuestra tierra "sin una sana economía y una justa distribución de los bienes".
"La gran deuda de los argentinos es la deuda social", dijeron los obispos en el mencionado documento. Y afirmaron que no se trata de un problema económico o estadístico, sino de "un problema moral que nos afecta en nuestra dignidad más esencial y requiere que nos decidamos a un mayor compromiso ciudadano".
El texto de los obispos señala que nuestra República debe dar pasos firmes y decisivos hacia su desarrollo integral, ya que cuando priman intereses particulares sobre el bien común o cuando el afán de dominio se impone por encima del diálogo y la justicia "se menoscaba la dignidad de las personas e indefectiblemente crece la pobreza".
Advirtieron los prelados argentinos, con razón, que no es realista formular un proyecto de país definitivamente estable, que no requiera ulteriores modificaciones, ya que las necesidades cambiantes de la realidad exigirán siempre, en todos los casos, las debidas adaptaciones. Para ello es imprescindible procurar consensos fundamentales que se conviertan en referencias constantes para la vida de la Nación y puedan subsistir más allá de los sucesivos cambios de gobierno.
Las políticas necesarias para impulsar el crecimiento de la comunidad requieren -dicen los obispos- la participación de todos los ciudadanos, pues atañen a decisiones que no deben ser impuestas por un grupo, sino asumidas por el conjunto de la sociedad mediante el el diálogo sincero, respetuoso y abierto. Nadie puede pensar que el engrandecimiento del país pueda ser fruto del crecimiento de un solo sector, aislado del resto.
En otra parte del documento los obispos advierten que para posibilitar en la comunidad argentina un diálogo sincero y constructivo se requiere una genuina reconciliación interna entre los diferentes sectores ciudadanos, sociales y políticos, que no excluya la aplicación estricta de la ley en defensa de la verdad y la justicia. Las heridas abiertas en nuestra historia -se señala- podrán cicatrizarse si se evitan las parcialidades.
Los obispos han creído que es imprescindible establecer en la Argentina un liderazgo político con capacidad de promover el desarrollo integral de la persona y de la sociedad. "El verdadero liderazgo -expresaron- supera la omnipotencia del poder y no se confirma con la mera gestión de las urgencias." La frase encubre un diagnóstico certero y veraz de la realidad política que vive actualmente nuestra Nación.
Las voces de los representantes de la Iglesia en el orden mundial y en el ámbito local deben ser escuchadas con atención, como deben ser oídas las propuestas y opiniones de todos los sectores de la sociedad civil, cualquiera que sea su extracción ideológica, política o religiosa. En un país pluralista y libre, el diálogo interno debe estar abierto en todas las direcciones. La Iglesia, de más está decirlo, es un bastión de la espiritualidad argentina, que sumada a las otras expresiones de nuestra tradición cultural y religiosa constituye una fuerza movilizadora de inocultable importancia.
Editorial IOportuno llamado de la Iglesia
En un país pluralista y libre, el diálogo interno debe estar abierto en todas las direcciones para vencer la exclusión social
lanacion.com | Opinión | S?do 3 de enero de 2009
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