En su artículo 18, nuestra Constitución expresa que "?las cárceles de la Nación serán sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas?". No obstante, la cruda realidad es muy diferente: entre enero y octubre últimos, sólo en las cárceles bajo jurisdicción bonaerense hubo 86 muertes, de las cuales 34 fueron traumáticas e_SEnD27 ocurridas en grescas o asesinatos lisos y llanos, 7 por suicidiose_SEnD, y 52 por enfermedades no tratadas.
Muchas de las cárceles argentinas presentan infraestructuras obsoletas, carentes de mínimas comodidades, en las cuales se apiña una población numerosa, que excede largamente la capacidad de albergue de esos inmuebles. La promiscua convivencia convierte a las prisiones en escuelas de aprendizaje del delito y da origen a verdaderas mafias entre los internos, con consumos clandestinos de alcohol y drogas, introducidas en los recintos carcelarios por familiares de los internos o por guardianes corruptos. No deberían extrañar, pues, los suicidios, las constancias concretas de grescas y asesinatos, las denuncias de maltratos, las revueltas frecuentes y las comprobaciones de clandestinas salidas de los internos, llevadas a cabo para que vuelvan a delinquir en beneficio de quienes hacen la vista gorda ante esas irregularidades o, peor, las promueven en provecho propio.
Entretanto, las autoridades nacionales y provinciales, que no desconocen la situación, sólo han atinado a formular promesas, proyectos inconclusos y soluciones parciales que poco han contribuido a reparar este desatino. Abundan las promesas y los proyectos bienintencionados, pero escasean los hechos concretos y, en especial, sigue ausente la decisión firme de encarar la cuestión carcelaria mediante una política de Estado que la aborde en todos sus complejos aspectos. Probablemente si se procediese de esta última manera, se progresaría muchísimo en la lucha contra la inseguridad.
Mientras las intervenciones de las ONG continúen arrojando conclusiones tan penosas como las aquí comentadas, las cárceles argentinas no dejarán de alimentar y engrosar las estadísticas delictivas. Es menester revertir esa degradación no sólo porque así lo imponen el expreso mandato constitucional y el sentido común, sino, además, por razones de estricta humanidad.
Editorial IICárceles degradantes
Es inviable la recuperación de los delincuentes si purgan sus condenas en cárceles del todo inhumanas
lanacion.com | Opinión | Lunes 26 de enero de 2009
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