En el Senado los números no están tan claros. Uno de los líderes del oficialismo aventuró ayer: "Hasta ahora tenemos 33 votos, pero no va a ser difícil contar con los tres o cuatro que nos faltan".
El Gobierno vuelve a descubrir un gran aliado en la dispersión parlamentaria de la oposición. Se notó en la reacción inicial de los legisladores de la UCR: comenzaron por bendecir la iniciativa de Cristina Kirchner y casi se acercan a felicitarla el día del anuncio, invitados por Sergio Massa.
Para entender tanta complacencia hay que recordar que la Anses ?en manos de Massa y de su competidor por la predilección presidencial, Amado Boudou? sigue siendo una bolsa de trabajo de los punteros del radicalismo bonaerense. Ellos sembraron la confusión entre sus candorosos correligionarios.
Mientras los radicales intentaban salir de la trampa, Elisa Carrió, envuelta en llamas, acusaba al Gobierno de un robo liso y llano. Mauricio Macri, a quien le cuesta exaltarse, habló de "un crimen".
Al cabo de 15 días, las bancadas opositoras no consiguen vertebrarse. El viernes comenzaron a discutir la conveniencia de abandonar el recinto en el momento de la votación. Sería un golpe mediático para obligar al oficialismo a resolver en soledad el diseño de un sistema que representa el 40% del gasto fiscal primario. Pero la estrategia no termina de convencer a todos: "Kirchner dirá que nos dio vergüenza defender a las AFJP", dijo un diputado de la Coalición Cívica.
La fortaleza del Gobierno no se agota en el desacuerdo de sus rivales. Esta confiscación no movilizó a la opinión pública con el mismo dinamismo que la de las retenciones móviles. Es cierto que al conflicto actual le falta un De Angeli. Pero hay otro motivo, bastante obvio: nadie en la Argentina está muy convencido de que, al retirarse, vaya a recibir una jubilación digna. Ni del Estado ni de las AFJP.
El matrimonio presidencial cuenta con una ventaja más en esta saga. Las retenciones móviles fueron una agresión a los aliados del Gobierno, ya que soliviantaron la base agropecuaria del PJ. En cambio los peronistas del interior miran el manotazo sobre los ahorros jubilatorios como una redención: creen que ahora Kirchner está más rico y se ilusionan con que, si se portan bien en el Congreso, los premiará con obras de campaña. La fantasía es poderosa en un período en el que la administración ya no envía fondos a las provincias: un drama que saldrá a la luz cuando, dentro de unas semanas, el interior quiera coparticipar el impuesto al cheque.
El afán reivindicativo de los gobernadores no supera esa frontera. Salvo Hermes Binner, ninguno denunció que las provincias transfieren 23.000 millones de pesos por año a la Anses, que exhibe un superávit de 7000 millones. Es probable que el excedente acumulado por ese instituto, unos 20.000 millones de pesos, pertenezca a las provincias.
La captura de los ahorros privados ordenada por Kirchner no inspira en las provincias un debate sobre el financiamiento de las jubilaciones, al que ellas aportaron desde 1994 unos 130.000 millones de pesos (el equivalente al déficit consolidado durante ese período). Los ministros de Hacienda sólo reclamarán que se los exima de pagar los certificados de deuda en poder de las AFJP. Ese conformismo federal, que hubiera indignado al santacruceño cuando estaba del otro lado del mostrador, es otra fortaleza del Gobierno.
Si en Olivos cantaran victoria por estas ventajas cometerían un error. El avance sobre los ahorros jubilatorios desató una crisis cuya dinámica es independiente del proceso legislativo. Su última manifestación fue el embargo del juez Thomas Griesa sobre los activos externos que gerenciaban las AFJP, tal como adelantó LA NACION el lunes pasado. La jugada de los holdouts suscitará varias paradojas. Para zafar del cepo judicial los funcionarios deberán comprometerse a no pagar deuda con los recursos transferidos al sistema de reparto. Eso aproximaría a la Argentina hacia el default el año próximo: hasta ahora se suponía que aquellos activos inmovilizados por Griesa iban a liquidarse para evitar la cesación de pagos.
Ahora el Gobierno tendrá que enfatizar que sólo los futuros jubilados pueden disponer de sus ahorros, con lo cual se volverá más patética otra contradicción: el año pasado Massa ofreció a los titulares de esas cuentas la opción por el sistema de reparto, pero ellos la rechazaron.
La confiscación es imposible de disimular y da consistencia al fallo de Griesa. Conclusión: los diputados que voten a favor del proyecto de Cristina Kirchner, el jueves, estarán poniendo los ahorros de los trabajadores en manos de los malditos fondos buitre. Algo que Kirchner pensaba hacer pero escogiendo al buitre: es decir, pagando a quienes poseen los bonos emitidos por él en 2005 y no a los que evitaron ese canje.
De todos modos, antes del fallo de Griesa el default seguía siendo un desenlace muy probable de esta crisis. Economistas independientes calculan que por la caída en el nivel de actividad y en el precio de las commodities , el gobierno perderá los ingresos equivalentes al flujo anual de las AFJP. Esa recaudación, entonces, tampoco alcanzaría para afrontar los vencimientos de 2009: seguirían faltando entre 8000 y 10.000 millones de dólares. ¿Apelará Kirchner a las reservas del Banco Central, como está previsto en el nuevo presupuesto? ¿Lo hará a pesar de la corrida cambiaria que sigue desangrando a esa institución?
Carrió reveló un dato inquietante el jueves pasado. Según ella, "Redrado dice en off [fuera de micrófono] que Kirchner está loco". La palabra de Carrió es, en este punto, autorizada: el responsable de las relaciones públicas de Redrado, Adrián Figueroa, está entre sus mejores amigos.
El escenarioEl Gobierno no debe aún cantar victoria por las jubilaciones
Por Carlos Pagni
lanacion.com | Política | Lunes 3 de noviembre de 2008
No hay comentarios:
Publicar un comentario