Funcionarios estadounidenses y muchos economistas afirman que el crecimiento continuado de China es vital para la economía global. Sin embargo, para sortear la crisis, China debe recalibrar su modelo económico, acumular inversiones locales con un sostenido gasto estatal y aplicar políticas que eleven el consumo en un país conocido por sus altos índices de ahorro.
Este mes se cumplen 30 años de la instrumentación de las políticas reformistas que desencadenaron su crecimiento orientado hacia el mercado, hito que ha suscitado preguntas inevitables sobre los pasos que China deberá seguir para convertirse en una potencia económica y política plenamente moderna.
En el nivel geopolítico, China parece en buena posición para expandir su influencia. Está sentada sobre US$ 1,9 billones de reservas, acumuladas a partir de gigantescos superávits comerciales y de cuantiosas inversiones extranjeras, y podría adquirir acciones a bajo precio en bancos y empresas de Occidente.
Pero la prioridad de Pekín es proteger su economía. Sus líderes dicen que el sistema financiero local está prácticamente aislado de la crisis global: los bancos siguen concentrados en el ámbito interno y tienen poca exposición a los valores tóxicos vendidos por sus pares occidentales. Pero el crecimiento cayó al nivel más bajo en cinco años; el desempleo es una preocupación en aumento, y decenas de fábricas están cerrando. China todavía parece capaz de evitar una recesión grave, pero un índice de crecimiento más lento plantearía un desafío político al Partido Comunista, cuya legitimidad depende, en gran parte, de su capacidad de dar empleo y bienestar económico. Para hacerlo, el país debería crecer el 8%, y muchos economistas calculan que el crecimiento será inferior a esa cifra en 2009.
Los líderes chinos preparan una respuesta que podría parecerse a la oleada de gastos del gobierno de 1998-2000 que mitigó la crisis financiera asiática que estalló en 1997 al invertir miles de millones de dólares en construcción de diques, caminos y aeropuertos para estimular la producción económica.
Desde un punto de vista geopolítico, China parece tener la oportunidad de llenar el vacío creado por un Occidente en problemas, especialmente debido a las enormes reservas de divisas.
Más pertinente para Estados Unidos es la posibilidad de que China revise su estrategia de refinanciación de la deuda estadounidense. Los especialistas en Pekín dicen que las economías de ambos países están tan ligadas que los chinos no tendrán que hacer ningún cambio abrupto en su política de destinar gran parte de las reservas de divisas extranjeras a valores en dólares. El secretario del Tesoro norteamericano, Henry Paulson, se ha mantenido en contacto casi diario con su contraparte china.
Algunos expertos chinos sugieren que el país podría usar sus divisas para comprar acciones en empresas occidentales. Al hacerlo, China ganaría experiencia en los negocios globales. Otros dicen que China quedó resentida cuando una petroquímica local intentó y no logró comprar Unocal, empresa petrolera norteamericana, y que será cautelosa para hacer movimientos considerados políticamente riesgosos.
La crisis financiera globalLa economía china, ante el fantasma de una recesión global
La debacle mundial pone a prueba al país
lanacion.com | Exterior | Viernes 24 de octubre de 2008
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