domingo, 17 de febrero de 2008

Gang bang’: una mujer, muchos hombres


“¿A ver con quién está curtiendo mi mujer?”, pregunta Marcelo, 43 años, encargado de una fábrica, practicante swinger y de “gang bang”. Es jueves por la noche y en el pub Class, de Venezuela y Boedo, la movida está por comenzar. Rubén, propietario del lugar, enseguida les aclara a los participantes que el uso del preservativo es obligatorio.

En la barra, una morocha de curvas generosas coquetea sensualmente. Dos hombres de mediana edad la besan, abrazan y acarician. Verónica (40 años, esposa de Marcelo) se mete en un reservado. Detrás de unas cortinas blancas semiabiertas se la puede ver desnuda, con sus rodillas y brazos apoyados sobre unos amplios almohadones a cuadros mientras un hombre musculoso la sostiene de la cintura y la penetra por detrás. Ella, a su vez, juega con otro desconocido al que le practica sexo oral. “En el gang bang siempre participa una pareja swinger a la que se suma como mínimo un hombre solo. Pero puede haber tantos como la mujer decida”, explica Rubén, dueño de Class. “Mi mujer alcanzó un récord de 23 hombres en una misma noche. Se trata de cumplir las fantasías. Acá no hay vínculos ni cuestiones afectivas, es puro placer carnal”, cuenta entusiasmado.

Como en toda tribu, existen códigos de relación. No valen las drogas ni el exceso de alcohol. También hay lugares que nunca se invaden. El marido, por ejemplo, siempre se encarga de elegir hombres solos o en pareja que coincidan con el gusto de su mujer. Además de darles permiso y poner límites si alguno se quiere “sobrepasar” –esto significa que insista a pesar de una negativa.

“En las parejas convencionales la infidelidad es moneda corriente. Nosotros no somos hipócritas ni egoístas; por eso, cuánto más la veo gozar a mi mujer con otros hombres, más lo disfruto”, dice Hernán, de 36 años, empleado metalúrgico, rodeado por una mujer excedida de peso, bikini roja y cabello teñido de rubio. “Esta actividad es exclusiva para los matrimonios que funcionan bien. Si existe una crisis de pareja, acá adentro no se soluciona. Solamente se trata de abrir la mente y dejarse llevar”, retoma Marcelo.

Existen en Buenos Aires al menos cinco lugares donde se practica “gang bang” (StarNew, Class, Reina Loba, Moon y El Sótano), en general durante los días jueves, a partir de las 22 y hasta las 3 de la mañana. Las parejas y las chicas entran sin cargo, los hombres solos pagan entre $ 40 y $ 80 pesos según el lugar. La edad de las mujeres oscila entre los 30 y 50 años; ellos tienen en promedio 40, aunque también están los jóvenes de 25 que quieren probar una nueva experiencia y los hombres mayores que, Viagra mediante, disfrutan de la práctica.

“Lo hago porque en ese momento me siento una reina. A mi marido le encanta verme”, remarca Jimena, de Banfield, 33 años, empleada en una panadería, 15 años de casada y 2 hijos que desconocen cómo se entretienen sus padres. Tanto ellas como ellos aseguran que este tipo de prácticas contribuye a fortalecer la pareja. “Una cosa es que mi mujer se curta a un montón de tipos mientras yo también lo hago con otras minas. Otra es que salga con alguno a tomar un café. Eso sí no lo soportaría.”

“Mi meta es llegar a 30”

“Mi meta para este año es tener sexo con 30 hombres”, cuenta Milena, quien se define a sí misma como la actriz porno número uno de la Argentina y especialista en “gang bang” y sexo oral en cine XXX. “No, eran 50”, la corrige Rubén Danilo, su manager y marido. La actriz logró el récord latinoamericano en esta práctica cuando protagonizó la película Multi gang bang, las fantasías de Milena, filmada y producida en el país durante 2005. Allí se la veía teniendo sexo con 25 hombres a la vez, los cuales rotaban de lugar y posición hasta llegar al orgasmo. “En ese momento sentí la misma adrenalina que experimenta un jugador de fútbol al querer hacer un gol”, explica con naturalidad.

Un salto al vacío


Para la licenciada Beatriz Goldberg, “estamos viviendo un gran descreimiento de la gente en general y las parejas en particular, una crisis en cuanto a la idea del compromiso. Hoy la monogamia está devaluada. Desde algunos medios se alienta al individuo a probar cosas nuevas y ‘atreverse a más’ para romper la monotonía en la pareja y ser más ‘elevado’. El lema sería: si no lo hacés, te falta valor”.

“El tema del exhibicionismo, voyeurismo y juegos sexuales, lejos de ser una mejora, habla de cierta imposibilidad personal. Este tipo de prácticas desconoce todo lo afectivo que uno pone en una relación sexual. Lo que se mide es la cantidad y no la calidad. También existe un sometimiento que implica una degradación del otro (en este caso del hombre), aunque también de ambos. Es una especie de perversión donde la satisfacción está puesta en el sometimiento, donde el hombre y la mujer no están en el mismo plano. No existe la conquista, hay manipulación. Se evitan el coqueteo y la seducción. Al autoerotizarse, el otro se convierte en un objeto más”, concluye.

Fuente : Perfil

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