jueves, 29 de noviembre de 2007

Ser sensual


La sensualidad es una cualidad del ser humano que, en mayor o menor medida, posee a lo largo de su vida y de la cual no se puede desligar.
Podríamos definirla como la capacidad de provocar o satisfacer los placeres de los sentidos, por lo que una persona sensual es aquella que provoca atracción o reacción en los sentidos de otra.
Algunas personas resultan fuertemente atractivas para las demás, poseen el llamado "sex-appeal" que les hace irresistibles. Un hombre o una mujer sensuales son capaces de excitar a los otros, y la sensualidad que transmiten puede surgir tanto de su interior como del exterior. Con sensualidad interior nos referimos a la que proviene de sus pensamientos, sentimientos, personalidad, en definitiva, de su magnetismo personal. La sensualidad exterior procede de su actitud, manera de vestir, de mirar, etc.
Tradicionalmente, hemos oído hablar de las flechas de Cupido para dar una explicación de la atracción que en muchos casos se establece entre dos personas. Pero, ¿cuál es el motivo por el que una persona atrae a otra pasando desapercibidas el resto? La respuesta no es sencilla. Podríamos diferenciar por un lado la atracción sexual, que obedece a factores más bien biológicos y por otro la atracción interpersonal, que se guía fundamentalmente por factores psicológicos.
La atracción sexual puede definirse como el proceso y el estado emocional positivo (placentero) que induce el acercamiento de una persona a otra con el propósito esencial de llevar a cabo una actividad o intercambio sexua. La atracción interpersonal es un fenómeno ciertamente complejo que según Baron y Bryne (1991), se puede entender como el juicio que una pepositivos, mientras que aquéllas otras que asociamos a malas experiencias, nos proporcionan consecuencias negativas o nos producen emociones también negativas, nos resultarían desagradables.
De igual manera, una persona nos resultará atractiva si creemos que nuestra relación con ella va a resultar beneficiosa, si las recompensas que obtenemos de dicha relación superan los costes . De acuerdo con la teoría de la interdependencia, el juicio sobre lo beneficioso de la relación y sobre el atractivo de esa persona depende por una parte del nivel de comparación (calidad de los resultados que una persona cree que se merece) y por otra del nivel de comparación con alternativas (la valoración será más positiva si no hay otra alternativa mejor). Tanto las recompensas como los costes obedecen a las experiencias, las creencias y las atribuciones que hacemos sobre nosotros mismos y los demás.
Además de lo ya expuesto, para saber qué nos empuja a sentirnos atraídos por otra persona, debemos considerar una serie de factores:

Proximidad: la mayoría de las relaciones afectivas las mantenemos con las personas con las que más interactuamos. Partiendo del hecho de que en nuestra sociedad suele ser poco frecuente el tratar con extraños, las personas más cercanas son evidentemente, más accesibles. La proximidad aumenta la familiaridad, y ésta a su vez la atracción , siendo más atractiva aquella persona que, resultándonos agradable, pasa más tiempo junto a nosotros.

Características físicas: es indudable que una persona con una apariencia física agradable nos resultará mucho más atractiva que alguien menos agraciado. Estas características físicas suelen ser más importantes en los primeros encuentros, ésto se debe no sólo a la atracción sexual propiamente dicha, sino también a la tendencia a creer que quien tiene una buena cualidad tendrá además otras buenas cualidades, asociando la belleza con otras virtudes, lo que ciertamente tiene sus límites. Otra posible explicación es el fortalecimiento social de nuestra imagen cuando nos relacionamos con personas con estas características, siendo no menos cierto el hecho de que muchas personas atractivas se comportan de manera que resultan realmente más atractivas.

Semejanza: a medida que aumenta la semejanza entre dos personas, aumenta la atracción. La semejanza física, actitudinal y de personalidad está relacionada con la atracción existente entre dos personas. A todo el mundo le gusta que sus ideas, valores e intereses se vean confirmados, por lo que nos suelen atraer aquellas personas que tienen valores e intereses parecidos. No obstante, la semejanza no es siempre reforzante, en ocasiones la diferencia puede ser más estimulante.

Reciprocidad: otro factor importante para el desarrollo de las relaciones es la reciprocidad, es decir, que nosotros también les resultemos atractivos a aquéllos que nos atraen. Si una persona manifiesta atracción o aprecio por nosotros, existen más posibilidades de que reaccionemos positivamente hacia ella, aunque no seamos conscientes.
Todos estos elementos influyen en la atracción interpersonal, que puede tener en cuenta algunos elementos diluidos de la atracción sexual, pero que se caracteriza fundamentalmente por una predominancia de componentes psicológicos y culturales que nos conducen a la elección de amigos, vecinos, o de una pareja.

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