martes, 20 de noviembre de 2007

Moratoria para la tala de bosques.

Los bosques de la Argentina siguen cayendo bajo las topadoras a ritmo galopante. Se ha estimado que, en promedio, las provincias del norte argentino se despojan de sus bosques a razón de media hectárea por minuto, mientras el Senado discute esta misma semana los detalles de una ley nacional para detener el desmonte a través de una "moratoria forestal".

Pocos ciudadanos de esta Buenos Aires eminentemente urbana saben que las tipas que engalanan muchas de las calles porteñas, los jacarandaes que en estos días lucen su explosión azul de flores o los lapachos, de bellísima floración rosada pocos meses atrás, conforman en las provincias norteñas verdaderas masas forestales junto con el algarrobo, tal vez el árbol nativo más difundido en el país, el quebracho y varios centenares de especies menos conocidas, pero muy valiosas.

El valor de los bosques no radica sólo en su belleza, sino en que estos complejos ecosistemas albergan más vida que ningún otro -los científicos tienen la certeza de que aún no han sido descubiertas todas las especies de los bosques argentinos-, resguardan los suelos de la erosión, protegen arroyos y ríos, y por ende la calidad del agua.

La ley de bosques tiene el apoyo de más de veinte organizaciones ambientales y sociales, encabezadas por la Fundación Vida Silvestre Argentina, la Fundación Ambiente y Recursos Naturales y Greenpeace. Logró la adhesión de casi un millón y medio de firmas de ciudadanos. Dispone del empuje de autoridades de alto rango del ejecutivo nacional, como la secretaria de Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable y el presidente de Parques Nacionales, y recibió media sanción de la Cámara baja por mayoría cercana a la unanimidad. Recientemente, se han sumado voces de adhesión desde organizaciones de corte netamente agrícola, que reconocen que al mundo ya no le gusta una agricultura que destruya el ambiente.

¿Por qué se ha retrasado la aprobación definitiva de una ley tan básica y necesaria? La razón de estas horas es que provincias como Misiones, Formosa y Salta temen quedar rezagadas en sus posibilidades de desarrollo, al congelar los desmontes mayormente dedicados a habilitar nuevas tierras de cultivo, que ofrecen inmediatas ganancias.

Sus representantes deberían entender que esto no es así. En primer lugar, porque la moratoria no es permanente, sino transitoria, hasta tanto se definan los planes de ordenamiento territorial en las provincias. En segundo término, porque gracias a una bienvenida iniciativa tejida en el Senado, la Nación establecería el Fondo Nacional para el Enriquecimiento y la Conservación de los Bosques Nativos, que debería gozar de por lo menos el 0,1 por ciento del presupuesto nacional anual para respaldar a distritos, cuyos bosques pretendemos preservar en beneficio del país y de las generaciones futuras. Finalmente, porque la norma está lejos de proponer que no se toquen los bosques. Estos podrán proveer maderas y otros productos en cuotas que no alteren el ecosistema, algo que la Fundación Vida Silvestre, en particular, viene desarrollando a través de la Red de Comercio Forestal Responsable.

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