"Alquilamos un departamento, que al poco tiempo nos quedó chico, y ese mismo año abrimos nuestro primer local a la calle. Hace dos años sumamos otro en Barrio Norte y después vino la sucursal de Martínez", enumera María Sol. En la actualidad, Amor Latino factura $ 80.000 mensuales y opera con ocho talleres para el armado de las diferentes líneas, en las que pueden encontrarse bodies de encaje rojo, camisones en tules verdes, culottes que fusionan amarillos, rosados y celestes, corpiños en fucsia con encajes negros, tangas con dibujos animados, etcétera. "Por supuesto que aparecieron competidores, pero ellos se centran en una línea en particular: sexy , simple, deportiva... Nosotras, en cambio, ofrecemos variedad y fuimos creciendo con la propuesta ante la demanda de las clientas", dice Anabella. Y agrega: "Nos pasó que las madres que acompañaban a sus hijas nos empezaron a pedir cosas en leopardo o más jugadas. Ahí vimos que no todo era para adolescentes, y hoy nos dirigimos a todo el público femenino que exige calidad". Mientras aguardan el próximo viaje a Europa en busca de inspiración para los nuevos diseños, las hermanas trabajarán en la expansión de la empresa, que ya exporta a Italia e Inglaterra. En los planes aparecen nuevos distribuidores en el interior y un modelo de franquicias.Emprendedores
Amor Latino se alejó de los clásicos de la lencería; factura $ 80.000 mensuales
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