La inflación no es consecuencia de la mala suerte, de un tsunami o de un acto de Dios, sino de la implementación de políticas que la producen y contradicen la lógica que explicita la fórmula de arriba. Las causas más frecuentes que producen inflación son la emisión monetaria (indistintamente hecha por falsificadores o por el Gobierno) y la ampliación del crédito bancario. El Gobierno necesita apelar a la emisión cuando gasta más de lo que le ingresa, y si su objetivo es dar mayor liquidez al mercado, amplía el crédito reduciendo los encajes bancarios. Como en este mundo traidor no hay nada gratis, cuando a alguien se le presta dinero que no ha sido previamente ahorrado, es inevitable que a otros se les quite por medio del aumento del circulante y el consiguiente aumento de precios.
domingo, 21 de octubre de 2007
No es mala suerte
En general, se opina que inflación es la suba generalizada de precios. Los economistas consideran que es el aumento de los medios de pago y que su consecuencia es el aumento de precios. Cualquiera que fuere la definición, lo importante es dilucidar por qué, dónde, cuándo y cómo suben los precios. La siguiente fórmula, con términos tan abstractos e imposibles de cuantificar, como el amor, explicita claramente lo que sucede en el ámbito económico. Esa fórmula se podría traducir de la siguiente manera: el dinero que se gasta, dividido por los bienes existentes en el mercado, da como resultado el nivel general de precios. El dinero que se gasta se distribuye entre todos los bienes existentes en el mercado, y la oferta y la demanda particulares de cada bien son las que determinan su precio. La fórmula señala que, si el dinero que se gasta, aumenta, este incremento va a parar a algún bien y determina el aumento de su precio. Si los bienes existentes en el mercado aumentan por producción o importación, el dinero que se gasta se distribuye entre más bienes y algún precio debe disminuir. Todos los precios están en constante movimiento; si alguno disminuye por acción gubernamental, cambio de moda, etc., el dinero que ahorran los compradores fluye como el agua hacia otros bienes que necesariamente suben de precio.
La inflación no es consecuencia de la mala suerte, de un tsunami o de un acto de Dios, sino de la implementación de políticas que la producen y contradicen la lógica que explicita la fórmula de arriba. Las causas más frecuentes que producen inflación son la emisión monetaria (indistintamente hecha por falsificadores o por el Gobierno) y la ampliación del crédito bancario. El Gobierno necesita apelar a la emisión cuando gasta más de lo que le ingresa, y si su objetivo es dar mayor liquidez al mercado, amplía el crédito reduciendo los encajes bancarios. Como en este mundo traidor no hay nada gratis, cuando a alguien se le presta dinero que no ha sido previamente ahorrado, es inevitable que a otros se les quite por medio del aumento del circulante y el consiguiente aumento de precios.
La inflación no es consecuencia de la mala suerte, de un tsunami o de un acto de Dios, sino de la implementación de políticas que la producen y contradicen la lógica que explicita la fórmula de arriba. Las causas más frecuentes que producen inflación son la emisión monetaria (indistintamente hecha por falsificadores o por el Gobierno) y la ampliación del crédito bancario. El Gobierno necesita apelar a la emisión cuando gasta más de lo que le ingresa, y si su objetivo es dar mayor liquidez al mercado, amplía el crédito reduciendo los encajes bancarios. Como en este mundo traidor no hay nada gratis, cuando a alguien se le presta dinero que no ha sido previamente ahorrado, es inevitable que a otros se les quite por medio del aumento del circulante y el consiguiente aumento de precios.
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