jueves, 25 de octubre de 2007

A la democracia hay que cuidarla entre todos

La negativa de los ciudadanos a intervenir como autoridades de mesa tiene una doble lectura, igualmente negativa: los argentinos, y en particular los porteños, no sólo muestran descreimiento de la política sino que, además, se sienten autorizados a actuar con rebeldía y hacer lo que se les ocurre, incluso en aquellos momentos en que intervenir es una carga pública. Y, como si fuera poco, ello tiene una consecuencia más delicada aún: ante la renuncia de los ciudadanos a controlar los comicios para evitar que el Gobierno y la oposición hagan fraude a la voluntad popular -ése es el sentido del control del pueblo en las elecciones-, el Estado tiene que recurrir a empleados judiciales que, en última instancia, son funcionarios públicos. Es la única solución que hay, pero no es buena. A este ritmo sólo falta que los ciudadanos deleguemos en los políticos la tarea de votar a los presidentes. Esto parece un absurdo, pero es el destino de una sociedad que se niega a participar en política.
LANACION.com Política Jueves 25 de octubre de 2007

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