
Un novelista en el diván
Irvin D. Yalom, psicoanalista y narrador, revela los secretos de la actividad terapéutica a través de sus obras de ficción.
DESTACADO psiquiatra existencialista, profesor de la Universidad de Stanford, Irvin D. Yalom tenía escritos ya siete libros sobre su especialidad cuando decidió incursionar en la ficción. Y lo hizo a partir de su experiencia profesional. Su popular Teoría y práctica de psicoterapia de grupo contiene ya algunos relatos que anticipan al narrador de historias, y El verdugo del amor , un libro de ensayos, disfraza casos reales con elementos de ficción. De ahí a la novela no había más que un paso. Y Yalom, admirador de Dostoievski y Sartre, y lector entusiasta de Carlos Fuentes, entre los hispanoamericanos, lo dio con El día que Nietzsche lloró , un éxito que la Argentina conoció a través de Emecé Editores en 1995. Ahora la misma editorial acaba de publicar su segundo intento en el género, Desde el diván . Sobre esta novela y su doble carrera en la psiquiatría y la literatura, conversó telefónicamente Yalom con La Nación desde su casa de Palo Alto, en California.
-Usted comenzó a publicar ficción cuando tenía alrededor de sesenta años, luego de haber publicado siete libros de psicoterapia. ¿Desde cuándo escribía ficción?
-Los primeros relatos que escribí están en mi libro El verdugo del amor que, a pesar de ser un libro de ensayos, de diez casos psicoanalíticos de terapia con orientación existencialista contiene, a su vez, algunos pasajes netamente de ficción. En principio, ficcionalicé un poco los casos reales para proteger la intimidad de los pacientes: esa fue mi primera experiencia en cuanto a ficción. De todas formas, mi libro Teoría y práctica de psicoterapia de grupo , traducido a unos veinte idiomas, contiene algunas breves historias de incidentes en la terapia, y me han dicho que justamente eso es lo que hace que el libro sea tan popular. Siempre me ha gustado contar historias.
-O sea que las simientes estaban echadas.
-Exactamente. También escribí un libro en colaboración con una paciente, una escritora. Se titula Every Day Gets a Little Closer . Cada uno escribía sus impresiones acerca de una sesión de análisis y no permitía que el otro lo viera. Es como una novela epistolar.
-En cuanto a su libro El día que Nietzsche lloró , ¿lo concibió desde el inicio como novela o pensó antes en una biografía de Nietzsche o Breuer, por mencionar a los personajes principales?
-Lo imaginé desde el principio como una novela, pero como un tipo especial de novela, podríamos decir una novela de enseñanza. La escribí para psicoterapeutas, para que comprendieran algunos aspectos de la psicoterapia. Mi intención fue que la novela fuera lo que los filósofos denominan un "experimento de pensamiento". Como usted sabe, Nietzsche pasó gran parte de su vida sin esperanzas; por otro lado, sus escritos contienen las semillas de la psicoterapia. Freud tomó prestado mucho de Nietzsche. Entonces yo imaginé lo siguiente: supongamos que Nietzsche pudiera haber sido ayudado con psicoterapia a partir de sus propios textos. La idea de Breuer vino después, cuando buscaba a alguien que pudiera haber sido su psicoterapeuta. En 1882, Breuer es el único candidato, fue a su vez el primero en publicar un caso de psicoterapia.
-Usted fue docente de la Universidad de Stanford durante muchos años. ¿Cuándo dejó esa actividad?
-No la abandoné del todo, soy profesor emérito de la Universidad. Hace tres años pedí una jubilación anticipada, sobre todo para tener tiempo para escribir Desde el diván . No es que yo sea tan viejo, todavía dicto cursos en Stanford y atiendo pacientes. La diferencia es que ahora dedico mucho más tiempo a escribir.
- ¿Cómo incluye el psicoanálisis en sus cursos de psiquiatría?
-El entrenamiento de los psiquiatras ha cambiado muchísimo en los Estados Unidos en los últimos diez años. Cada vez se utiliza más medicación, casi nada de psicoterapia. Esto no tiene nada que ver con que la psicoterapia no sea lo suficientemente efectiva. La razón de este cambio es económica: los seguros médicos cubren solamente unas pocas sesiones. Podría decir que escribo historias acerca de psicoterapias como una forma de resistencia a esta tendencia, como para que la gente vea que la psicoterapia es una forma muy efectiva de ayudar a que se produzcan cambios en la personalidad. No me gusta en absoluto lo que está sucediendo en este momento con la psiquiatría. Mis novelas son una extraña forma de protesta.
-¿Cuál es la reacción de sus colegas con respecto a sus novelas?
-Las críticas que se publicaron en medios relacionados con la psiquiatría han sido muy buenas. Mi carrera es bastante inusual, casi no hay otros psiquiatras que se dediquen a la literatura, así que no es fácil catalogarme, pero diría que las reacciones son sumamente positivas. Me llaman seguido para que dé charlas en asociaciones psiquiátricas y psicoanalíticas.
-En sus dos novelas se observa una característica similar en cuanto al ritmo: la primera mitad resulta sumamente atrapante, luego se tornan algo lentas. Específicamente, en El día que Nietzsche lloró , después de la narración detallada de una sesión usted incluye las notas escritas tanto por Nietzsche como por Breuer sobre esa misma sesión. En términos literarios, es un poco pesado. ¿Cuál fue su propósito?
-Es cierto. Quise mostrar qué difícil es discernir cuál es la verdad. Se produce un hecho y cada uno ve una situación completamente distinta. Por lo tanto, en una terapia no tratamos con hechos sino con las interpretaciones que cada uno hace de los hechos. También me basé en mi experiencia con el libro Every Day gets a Little Closer . Mi paciente y yo escribíamos notas acerca de la misma sesión. Nuestras impresiones diferían de tal manera, que hasta era arriesgado asegurar que se tratara de la misma sesión. Mientras yo me encontraba satisfecho con mis profundas interpretaciones, mi paciente ni siquiera las había oído y, en cambio, estaba mucho más interesada en que yo le hiciera un breve comentario acerca de su aspecto o que me riera de alguno de sus chistes.
-Algo similar con respecto al ritmo me sucedió con su novela Desde el diván .
-Sin embargo, yo quise que esta novela fuera más ágil y que no tuviera contenidos didácticos.
-Es así, pero en algunas partes se pierden los aspectos "coreográficos", por llamarlos de alguna forma. Los extensos diálogos pierden su contexto.
-Y usted no es la primera que me señala ese aspecto de mi escritura. Yo no soy un escritor visual, no les brindo suficientes claves visuales a los lectores. Pero esto tiene que ver con mi experiencia de vida, que está totalmente relacionada con la palabra. A veces me pierdo los aspectos visuales de lo que me rodea. Tengo más relación con las ideas, con los conceptos. Hay novelas contemporáneas en las que, al terminar de leerlas, se tiene una imagen muy clara del lugar. Yo, en cambio, parto de una idea y el libro es como una meditación acerca de ese tema. En Desde el diván exploré la idea de hasta qué punto un terapeuta es un ser humano real en el curso de la terapia, cuánto revela de su esencia.
-En sus novelas, los terapeutas se ven siempre atraídos por el mismo tipo de mujeres histéricas autodestructivas. ¿Por qué no se sienten atraídos por otro tipo de mujeres?
-Cuando un terapeuta se encuentra envuelto con una paciente de este tipo, la relación es de por sí una historia interesante, y por eso las escribí.
-Varias son muy jóvenes, pero no es una cuestión solamente de edad: Carol, la abogada que seduce al terapeuta en Desde el diván, tiene unos treinta y seis años y no difiere de las otras en las características de su personalidad.
-Con Lou-Andrea Salomé no hice demasiada ficción. Ella es una de las figuras femeninas más interesantes de fines del siglo pasado. Muchos hombres se enamoraron de ella. Esto incluye a Freud, que fue amigo de ella durante treinta años, y a Rilke, del cual fue amante, y, por supuesto, a Nietzsche. En cuanto a Carol, ella es un personaje completamente ficticio. Tuve que hacer una gran investigación sobre características de personalidad para crear un personaje como ella.
-¿Sabe que la Argentina tiene una comunidad psicoanalítica muy numerosa?
-Sí, lo sabía. En cualquier encuentro psicoanalítico se hace el comentario de que probablemente Buenos Aires tenga más psicoanalistas per cápita que ninguna otra ciudad del mundo. Por otro lado, en cuanto a su reputación, es conocida como una comunidad psicoanalítica con un enfoque muy conservador del psicoanálisis. Pero no sé si es así, nunca estuve en Buenos Aires. No sé cómo se sentirán allí con respecto a mis novelas. Son bastante irónicas y en ellas me río bastante de las asociaciones psicoanalíticas. Especialmente en Desde el diván , donde recreo un encuentro en un instituto psicoanalítico.
-¿Está escribiendo algún nuevo libro de ficción?
-Sí, un libro de cuentos. Y este mes se publica en los Estados Unidos un nuevo libro mío de ensayos, titulado The PV .

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